Encontrando Espacio para Dios

La compañera de trabajo Columbana Sarah Mac Donald habla con el seminarista Paul Seung-Jun Ro sobre como encontrar su camino misionero con los Columbanos.

“Encontré a los misioneros Columbanos a través de la internet”, recuerda John Paul Seung-Jun Ro. Estaba en una encrucijada en su vida. Trabajado en un restaurante italiano en Corea, había completado sus dos años obligatorios de servicio militar, y también había pasado algún tiempo con los Salesianos, pero no había funcionado. Mientras trabajaba como chef, su deseo de servir a los pobres y trabajar en el extranjero como sacerdote misionero todavía lo atraía. “Tenía mucho tiempo para pensar mientras preparaba la comida. Pensé acerca de la experiencia misionera cuando tenía 17 años. La Diócesis de Cheongju me envió a Filipinas como parte de un programa juvenil. Allí ayudé a algunos pobres de Manila que trataban de conseguir suficiente dinero para comprar comida cada día reciclando basura del montículo de basura conocido como Smokey Mountain (montaña humeante)”.

Con un nombre como Juan Pablo, no es difícil adivinar que el joven de 26 años había nacido durante el pontificado del difunto santo polaco, Juan Pablo II, que dirigió la iglesia entre 1979 y 2005. “Nací en 1996. Mi padre murió cuando yo tenía tres años. Después de eso, mi madre nos cuidó a mi y a mis hermanas mayores. Ella era muy trabajadora, pero cuando yo tenía doce años, entró en depresión y deseaba morir. Ella había sido católica pero no practicaba. El sacerdote de la parroquia local solía visitar nuestra casa, y animó gentilmente a mi madre. Más tarde volvió a encontrar a Dios y su depresión mejoró. Quería vivir más y encontró algo de esperanza. Deseaba conocer más acerca de quién es Dios. El sacerdote ayudó a fortalecer la fe de mi madre. Vi el ministerio de este sacerdote, y deseaba convertirme en un sacerdote diocesano como él, ayudar a los pobres y deprimidos a sobrevivir. Especialmente deseaba ayudar a los jóvenes que viven con padres sufriendo de depresión. Me puse en contacto con la oficina de vocaciones en la diócesis de Cheongju”.

Cuando era un adolescente surcoreano, se sentía incapaz de hablar con sus amigos acerca de Dios. “Algunos de mis amigos no creen en nada, algunos son protestantes, y otros son budistas”. La oportunidad de participar en una experiencia misionera juvenil en Filipinas fue una manera ideal de explorar su fe de una manera más profunda. “Estaba muy sorprendido por la pobreza que presencié ahí. Después de esa experiencia empecé a investigar las diferentes congregaciones misioneras trabajando en el extranjero con los pobres y marginados. Decidí unirme a los Salesianos cuando tenía veinte años. Sentí que podía servir a los pobres de una manera más enfocada como misionero que como maestro de escuela. Sentí que ofrecer alimento espiritual a los demás era más satisfactorio y el camino correcto para mí”. Sin embargo, habiendo tomado esta importante decisión, no fue del todo sencillo. El experimentó a los salesianos como “trabajadores” y el programa de formación como “ocupado”. Pero había tanta exposición a diferentes cosas que le dejó “poco tiempo para mi jornada interior. Mi oración empezó a sufrir, y no encontraba el espacio y necesitaba hacerme grandes preguntas de la vida. No podía orar, y entré en depresión. No había tiempo para el cuidado personal, y tenía muy poca comprensión sobre mi mismo y mi jornada”. Entonces sus estudios de formación fueron interrumpidos por dos años de servicio militar obligatorio. Cuando regresó a los salesianos, sintieron que necesitaba tomarse un descanso. Eso fue en 2019. Tenía 24 años.

Mientras Juan Pablo estaba trabajando en el restaurante italiano en Seúl, se encontró con la Sociedad Misionera de san Columbano en la internet. “Cuando fui a la reunión de vocaciones organizada por los Columbanos, fue diferente”. Los misioneros Columbanos no emplearon tiempo revelando “sus logros”. Sin embargo, cuando escuché al P. Lee Je-hoon Columbano, que está trabajando en Myanmar, hablando sobre su ministerio ahí, quedó “muy impresionado” y “reavivó mi pasión por la misión extranjera. Después de eso, decidí unirme a los Columbanos, y empecé mi formación en 2020 cuando tenía 25 años”.

En agosto 2022, Juan Pablo partió para Filipinas donde emprenderá una Año Espiritual junto con otros cinco seminaristas Columbanos. Después de que termine su año espiritual, empezará sus estudios de teología en Manila. En declaraciones a la revista Far East (Lejano Oriente) en Dalgan Park mientras estudiaba inglés en Irlanda, dijo que sentía que había encontrado el espacio que necesita para explorar su fe y jornada hacia el sacerdocio, “El primer paso en esta misión es conocer quién soy”, explicó.

También cree que muchas personas hoy en día están trabajando tan duro que no pueden en realidad relajarse. Incluso en las vacaciones se pasan “haciendo” debido a la presión de estar siempre ocupados: ir a algún lugar, viendo algo, o socializando con alguien. Ha aprendido a encontrar y emplear tiempo consigo mismo, buscando y aprendiendo sobre quién es. Para Juan Pablo, los irlandeses son más relajados que los coreanos, y es algo de lo que está ansioso por aprender. Su encuentro con misioneros Columbanos mayores en Dalgan también le enseñó acerca de la hospitalidad misionera.

Rindió homenaje al P. Donal O´Keeffe, Rector de la casa de Formación Columbana en Seúl, durante sus estudios ahí. El programa combinó el estudio con el trabajo colaborativo y la dirección espiritual uno a uno que le permitió “enfrentarme lentamente, mirar mis debilidades, y encontrarme con Jesús que me acompaña incluso en mis debilidades”. Acostumbraba a pensar que, “Dios estaba solamente en ciertas experiencias o lugares especiales. Pero Dios estaba esperando en mi parte más débil. En otras palabras, Dios ha estado siempre conmigo. Me he vuelto más humano poco a poco, pero aún sigo siendo un trabajo en progreso. Esta es una jornada que Jesús y yo caminamos junto con las innumerables personas que estoy conociendo ahora y que encontraré en el futuro.

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