Mi nombre es Nilton Imán, sacerdote de la Diócesis de Chimbote, tierra bendecida con la sangre de los Primeros Mártires de mi país, Perú.
Estos meses estuve meditando en mi oración personal Jn 12, 14: “Si el grano de tierra no cae en tierra y muere, queda solo; pero si muere, da muchos frutos”. El motivo, la ceremonia de Beatificación de los primeros mártires Peruanos P. Miguel, P. Zbigniew (franciscanos polacos) y P. Sandro (misionero Italiano), asesinados por el grupo terrorista “Sendero Luminoso”, el 09 y 25 de agosto de 1991. Ellos entregaron su vida en nuestra Diócesis de Chimbote, Perú. Pensaba en la voluntad que ellos tuvieron para dejar su cultura, su familia, e encaminarse en la misión. Sus dificultades. Agradecía a Dios por sus vidas, entrega y servicio hasta la muerte.
Mi vocación al sacerdocio ha sido motivada por el testimonio y la vida misionera de los padres de la Sociedad Misionera Santiago Apóstol. Ellos trabajaron por muchos años en la parroquia de mi ciudad. Sus ejemplos de la vida y su servicio, fueron alentadores para dejar todo y seguir al Señor en el sacerdocio. Fui ordenado sacerdote el 23 de marzo de 2008 y después de cinco años de servicio, en la parte sierra de mi Diócesis, me puse en camino misionero con los padres columbanos. Fui designado a la misión de las Islas Fiji. Llegué al lugar de misión en setiembre del 2014, después de un largo viaje. Este tiempo en las Islas Fiji, es un tiempo de conocer, vivir y compartir. Siento que estoy aprendiendo a ser misionero.
Para mí, el primer paso para la misión es conocer. Conocer el idioma, la cultura, las costumbres, etc. En las Islas Fiji estoy vivenciando nueva cultura, costumbres muy diferentes a las mías. Los primeros meses fueron difíciles porque tenía que adaptarme al nuevo clima, horario, idioma, etc. Después de estudiar el idioma fijiano y haber visitado algunas comunidades de misión columbana, estoy aprendiendo a conocer la vida en esta parte del mundo. Estoy aprendiendo a ser misionero.
La cultura de Fiji es profundamente simbólica. Las ceremonias se realizan con grandeza y dignidad. Por ejemplo, “Veiqaravi vakavanua”, es la ceremonia tradicional para dar la bienvenida a los visitantes. “Yaqona”, es licor tradicional que se bebe en todas las ceremonias. “Reguregu” con ocasión de una muerte, las personas presentan sus condolencias ofreciendo regalos, comida, petates (esteras). “Cobo” es el aplauso con las manos ahuecadas para dar gracias cuando se recibe un regalo o cuando se quiere decir algo importante en una reunión.
Por otro lado, la gente en las Islas Fiji tiene un tremendo respeto por el sacerdote. Normalmente es sentado en un lugar de honor cuando visita los pueblitos, el primer vaso de Yaqona es servido para él. Se le ofrece “Sevusevu” (una planta de Yaqona), “Tabua” es el símbolo en agradecimiento por su visita.
Asimismo, La gente en las Islas Fiji vive con alegría, cercanía y generosidad su fe. Para la cultura de Fiji, la familia y las personas que habitan un mismo territorio son muy importante. Un trabajo realizado como la limpieza, preparar la ceremonia para dar la bienvenida, salir a pescar juntos, hacer jardinería, etc. se hace no sólo con esfuerzos individuales, sino con una base de hermandad, es decir, la gente vive ayudándose el uno al otro. Lo simbólico, el respeto, la alegría, la generosidad, la familia, los vecinos o paisanos, la hermandad. Todo esto es la esencia de la vida en las Islas Fiji.
En las conversaciones con las familias, los encuentros con los jóvenes, visita a los enfermos, encuentros intereligiosos, celebración de Misa, en la participación de ceremonias y costumbres de los fijianos, estoy conociendo a un Dios cercano y presente en la historia, en las costumbres, en la cultura. Él me da fuerza y valor para seguir conociendo su presencia en medio del pueblo. Para servirle en la misión con alegría, pasión e ilusión.
En conclusión, la misión es una invitación a conocer, vivir y compartir nuestra fe con los demás, en el lugar que nos encontremos. A lo largo de este tiempo en las Islas Fiji, con una mirada contemplativa, he tratado de comprender lo que significa servir al Señor en la misión. “Algo" voy comprendiendo. Eso me llena de asombro y alegría por seguir conociendo, lo que voy viviendo y de entusiasmo por compartir, con un corazón abierto, mi ministerio sacerdotal en la construcción del Reino, caminando cada día con alegría y agradecimiento porque vale la pena gastarse y desgastarse por el Reino.
Quiero dar gracias a Dios por su bondad y amor en este tiempo de vivencia misionera en las Islas Fiji. Asimismo, agradecer a los Padres Columbanos por darme la oportunidad de compartir la misión junto a ellos. San Columbano, después de 1400 años, y los primeros beatos mártires (P. Miguel, P. Zbigniew, P. Sandro) de nuestra Iglesia Chimbotana, Perú, después de 24 años, me siguen inspirando en este camino misionero.
Comentarios