El agua tiene un lugar especial en la tradición cristiana. Hay aproximadamente 700 referencias al agua en la Biblia. Desde el Génesis al Apocalipsis, la imagen del agua es utilizada para ilustrar la vida, la renovación, la purificación. Existen también los múltiples usos del agua en nuestros sacramentos y rituales. En verdad, el agua es una parte esencial de nuestra fe.
También sabemos que sin agua la vida no sería posible. Por lo tanto, el agua es reconocida internacionalmente como un derecho humano. Es decir, todos tenemos derecho a agua limpia y accesible sin distinción de raza, etnicidad, clase, género o afiliación política y religiosa. Desafortunadamente, millones de personas en el mundo viven todos los días sin agua limpia. Con frecuencia, son las mujeres y los niños los que pagan las consecuencias.
Por estas razones los Misioneros Columbanos consideramos cualquier amenaza al agua como una grave preocupación de justicia social. Una de las principales maneras en que el agua se ve amenazada es a través de los
tratados de libre comercio que obligan a los países a privatizar el agua. Esto implica aumentos en el costo del líquido a niveles tan altos que muchas familias no pueden pagarla.
Otra manera es la contaminación por poderosos químicos tóxicos utilizados en industrias y minería cuyos procesos contaminan las reservas de agua. Como personas creyentes en Cristo hemos sido llamados a defender al que sufre a manos del injusto. ¿Y quién sufre más que aquellos que no tienen agua, la necesidad humana más básica para sustentar la vida?
Comentarios