Chile sufre con tragedias que afectan a la esencia del país: su gente y los bosques milenarios del sur sufren emergencias. Por una parte en el extremo austral un incendio forestal ha consumido más de 5 mil hectáreas de bosque nativo, zona de las milenarias araucarias, que dramáticamente han sido consumidas por las llamas. El fuego ha afectado a la Reserva Nacional China Muerta y al Parque Nacional Conguillío.
La semana recién pasada un inusual evento hidrometeorologico afectó a 3 regiones del norte de Chile: Antofagasta, Atacama y Coquimbo. Diferentes ciudades y pequeños poblados sufrieron con la lluvia lo que generó aluviones, desborde de ríos, corte de carreteras, derrumbe de puentes y cortes en el suministro eléctrico. 17 personas han fallecido y 20 se encuentran desaparecidas hasta ahora. Hay 10.996 personas damnificadas, de las cuales 4.562 se encuentran en albergues.
La Iglesia, por medio del obispado de Copiapó, Caritas Chile, congregaciones de religiosos y religiosas, han estado acompañando y prestando ayuda a las comunidades desde el primer momento.
En la localidad de El Salado hay varios campamentos improvisados, que se armaron ante la necesidad de cobijar especialmente a los niños y personas mayores. En conversación con las familias algunas madres relatan entre lágrimas parte de su tragedia: “Tuvimos que salir arrancando porque el agua venía subiendo, mi hijo llegó y me dijo que saliera rápido, yo no sabía que hacer. Le hice caso y la casa se nos desapareció”, relata Hilda.
En tanto, Constanza, una joven madre relata: “El río bajó y parecía un mar, arrasó con todas las casas, llegó hasta la segunda cuadra del centro. Toda la gente que está acá está sin agua, sin luz, tratando de salir adelante por los niños. Todavía no recibimos ayuda, como el salado quedó dividido en dos, lo que está llegando queda arriba. Había niños que no comían hace más de un día, no tenían leche, pan, nada. Estamos esperando que llegue lo esencial como el agua, ropa, pañales, hay gente que quedó con lo puesto. Yo trabajaba en el jardín y quedé sin trabajo, otros quedaron sin casa. Estamos esperando que llegue la ayuda para poder salir adelante”.
En medio de la visita a un albergue, Mons. Celestino Aós, obispo de Copiapó se refirió a las denuncias de la comunidad sobre saqueos y alza de precios por parte de algunos comerciantes. Al respecto señaló: “No me cabe en la cabeza que haya personas que en medio de estas tragedias aprovechen para robar las cosas de los pobres, tanto sacándoles lo poco que les queda, como aprovechándose de la situación y cobrando precios abusivos por los artículos de primera necesidad, eso es una conducta deleznable. Como sociedad debemos ser absolutamente tajantes y buscar que la honradez prime. Tenemos que ser solidarios y ello empieza por ser justos, por no humillar, por no quitarles los bienes materiales a los más vulnerables, ya que al hacer eso les quitamos la esperanza, lo que es mucho peor”.
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