La condición de muchos cientos de miles de jóvenes en las Filipinas hoy en día es de una situación lamentable y llena de dolor, de abandono, abuso físico, emocional, verbal, psicológico y sexual. Son una generación perdida a medida que los hogares rotos proliferan, cientos de miles de parejas viven juntas sin ningún compromiso de matrimonio y sin protección y manutención de los hijos. Jóvenes y adultos tienen hijos y los abandonan. Hombres y mujeres van por su propio camino y dejan los hijos con abuelos ancianos incapaces de hacer frente a los adolescentes emocionalmente perturbados y sin padres.
Los adolescentes no tienen dinero, tienen hambre, necesitan apoyo, amistad, cuidado y la oportunidad de una vida normal. Se unen a las pandillas callejeras para sobrevivir. Los políticos los condenan como jóvenes con mentes criminales. Se sienten indeseados, rechazados y sin un futuro positivo. Parecen haber sido abandonados tanto por la iglesia como por el gobierno.
Alicia es la víctima de un hogar roto. Su padre abandonó a su madre cuando ella era una adolescente de 14 años, apareció de nuevo y se la llevó a vivir con él en Subic. Ahí, él la abusó sexualmente. Cuando ella ya no lo pudo soportar, no encontró una bienvenida ni ayuda en la iglesia o en la agencia gubernamental, pero valientemente encontró ayuda y protección de un amigo y fue llevada a un refugio caritativo de protección infantil y después presentó cargos en contra de su padre biológico.
Ella es uno de los cientos de miles de niños abusados sexualmente a diario. Se estima que unos 100,000 niños son explotados en la industria sexual, anualmente de acuerdo con la UNICEF. Desde que la pandemia azotó las Filipinas, parte de este negocio malvado se lleva a cabo en línea. Ahí, las niñas son vendidas como mercancías a clientes sexuales para ser entregadas a sus hoteles o apartamentos para violarlas tan regularmente como una entrega de pizza. Así de corrupto se ha vuelto este país, un patio de recreo para pedófilos en línea que envían dinero para tener sexo desde el extranjero. Los pedófilos locales están teniendo una continua “fiesta de abuso infantil.”
La cultura machista tiene un lema: “Tómalos jóvenes.” Los niños algunas veces son suministrados por sus padres y frecuentemente abusados por su padre biológico o la pareja de la madre. Luego, son entregados a otros para ser abusados. Puede ser que no lo sepas, pero el abuso infantil es tan común como viajar en autobús.
Los abusadores reclaman que el niño da consentimiento y que están legalmente cubiertos. Los niños en realidad no pueden dar un consentimiento libre a una edad temprana, pero en Filipinas la ley permite el sexo con niños desde los 12 años. En Japón, es a los 13 años. El acusado usa esta previsión del código penal como defensa si alguna vez son acusados en un tribunal lo cual es raro e inusual. Los padres pueden poner presión en la niña para que diga que “ella ama al hombre mayor.” Esa provisión del código penal es una de las razones de la proliferación del abuso sexual de menores y el tráfico humano de niños. Con suerte, el proyecto de ley que cambiará la ley será aprobado rápidamente por el Senado y cambiará la edad de consentimiento a los 16 años.
Uno de cada cuatro jóvenes, son víctimas de abuso sexual por padres biológicos, padres de crianza, abuelos, parientes, clérigos y pedófilos locales. Algunos padres y parientes abusan sexualmente a los pequeños en línea para ganar dinero. Cada cinco minutos, una mujer o niño es violado, de acuerdo con el estudio hecho por el Centro de Recursos para Mujeres. La degradación y abuso son tan generalizados en la sociedad que niños de siete a diez años han sido sorprendidos después de haber violado niñas de cinco y seis años. Han sido influenciados por el material de abuso sexual infantil permitido en los servidores de los proveedores de servicios de internet (ISPs) y visto en teléfonos celulares y el internet.
¿En qué clase de sociedad se ha convertido Filipinas? Ciertamente no una sociedad más virtuosa, inocente y moralmente fuerte. Una influencia seriamente negativa y corrupta ha erosionado los valores morales superiores que una vez infundieron la cultura formada por los valores evangélico-cristianos que una vez fue una fe socialmente activa. Eso ha cambiado radicalmente. Ahora es más una fe sin acción. Una que está muerta en muchos sentidos.
La iglesia institucional parece haber abandonado su deber de proteger y defender los derechos humanos y la dignidad de los niños y la familia. Muchos obispos y sacerdotes conservativos están en silencio sobre el abuso sexual de menores por clérigos, abuso en la familia y en la sociedad, la propagación de hoteles sexuales y el tráfico de niños y jóvenes. Ignoran la difícil situación de jóvenes encarcelados en condiciones subhumanas, torturados y abusados tras las rejas.
Esos verdaderos cristianos, sacerdotes, obispos, y laicos que están viviendo el mensaje social de Jesús de Nazaret con el verdadero espíritu del Evangelio están siendo acosados, amenazados, encarcelados y asesinados.
Durante los últimos años, el gobierno ha caído en un atolladero de corrupción y degradación moral. Matando a sospechosos con impunidad y violando los derechos humanos. Demasiados gobiernos locales han apoyado la industria sexual mediante la concesión de licencias y permisos a bares y clubs y hoteles sexuales, permitiendo que continúe y se propaguen el tráfico humano y el abuso de niños.
Los niños y jóvenes necesitan una vigorosa defensa del abuso que sufren. Es muy fácil culpar a los jóvenes por dejar sus hogares e ir a vivir en las calles y robar para sobrevivir. Cuando han sido abusados, pateados y golpeados y rechazados por sus padres faltos de amor, ¿a dónde más pueden ir y sobrevivir cuando todo lo que tienen son una camiseta y pantalones cortos? Necesitan ser bienvenidos, comprendidos, protegidos, afirmados y tener la oportunidad de encontrar una vida cuando no tienen una familia amorosa y cuidadosa. Esto es lo único que todos deseamos por encima de todo. Es nuestra obligación darles esa oportunidad.
Todos estamos llamados a hablar para proteger a los niños del abuso y tomar una posición y vivir los valores morales del Evangelio, el carácter sagrado de la vida y el bienestar y los derechos humanos y la dignidad de las personas y hablar y unirnos en contra de el mal moral en la sociedad.
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