Las explosiones de gracia que tuvieron lugar en la Iglesia de San Juan Apóstol en Latifabad, Hyderabad durante la Semana Santa y la temporada de Pascua de 2022 no pueden pasar desapercibidas. No fue sólo un hermoso crescendo litúrgico a la Pascua, hubo muchos crescendos Sacramentales repartidos a lo largo de la semana causando un derramamiento de la gracia de Dios, amor, y gozo en los niños y en la comunidad.
La primera fue la Primera Confesión. Qué bendición fue preparar a los niños para este hermosos Sacramento. Luego estaba la multitud de la Confirmación. Aquellos que se preparaban para este Sacramento también fueron invitados a recibir el Sacramento de la Reconciliación para prepararlos para el gran día. No hace falta decir que fue un desafío salir a las barrancos a invitar a los adolescentes a recibir el Sacramento de la Confirmación. Pero cuando se llenaron de valor para venir, fue una gran alegría darles la bienvenida a la Escuela Dominical y prepararlos para el Sacramento.
El obispo Shukardin vino a la iglesia a administrar el Sacramento de la Confirmación y fue recibido por un mar de jóvenes emocionados, ¡sedientos del Espíritu! Sabemos que el Espíritu estaba sediento de ellos. Vinieron de la parroquia de Santa Isabel 347 jóvenes en total. Entre las oraciones, cantos, emoción, calor, orden social y no poco desorden, el Espíritu se derramó sobre cada uno de ellos, renovando y fortaleciendo su espíritu para enfrentar la vida de frente en la República Islámica de Pakistán, donde es un gran desafío vivir su compromiso.
El Jueves Santo tuvimos el grupo de la Primera Comunión de veintiún estudiantes, ya que era el día ideal para recibir el Sacramento recordando que Jesús partió el pan de Su vida por todos nosotros en ese día. Después hubo una comida Ágape, donde las personas compartieron comida entre sí, y al igual que con la multiplicación milagrosa, hubo suficiente para todos.
Cuando la comida de Ágape estaba a punto de empezar, el Santísimo Sacramento fue depositado en el Altar del Reposo, como es costumbre cada noche de Jueves Santo, y la gente vela y ora con el Señor mientras enfrenta la terrible experiencia del Viernes Santo y todo lo que eso conlleva. Cuando llegó la comida a nuestra reunión, la gente corrió en esa dirección así que decidí ir al Altar del Reposo a esperar con el Señor y comer más tarde.
Había dos niños en la iglesia, traté de ordenar mis pensamientos pero uno de los niños vino hacia mí y me preguntó que estaba haciendo ahí. Le dije que estaba orando, ya que Jesús estaba solo y necesitaba amigos esa noche. Satisfecho con esta información, el pequeño niño se fue haciendo volteretas y dando vueltos sobre la alfombra del piso de la iglesia.
La otra era un niña vestida con un vestido blanco largo inmaculado. Cuando vio al niño haciendo volteretas, decidió que haría lo mejor que sabía hacer y comenzó a pararse sobre su cabeza. Nosotros fuimos los tres compañeros de Jesús el Jueves Santo, haciendo lo que hacíamos mejor, y creo que Él estaba tan feliz con esa compañía. Es como la historia del joven estudiante preparándose para el sacerdocio que siempre fue criticado por sus formadores por no hacer las cosas de la manera correcta. El sabía en qué era mejor y decidió ir a la capilla en silencio y hacer eso y ofrecérselo a Dios. Hacer malabares era su regalo.
Pasamos al Santo Triduo donde aquellos que recibieron la explosión de la gracia y las bendiciones del Señor entraron plenamente en las ceremonias del Jueves Santo con gran orgullo. Que sean fieles a las promesas que hicieron y cumplan todos sus deseos de ser cristianos comprometidos en esta sociedad y hagan lo que saben hacer mejor para Dios. Gracias al Obispo Samson, P. Yuzuf Bagh, P. Ajmal, Maestro Mubarak, y el personal del Centro de Enseñanza del Buen Pastor que pastorearon a los niños a través de la Escuela Dominical y los llevaron a estos hermosos pastos.
El Señor es mi Pastor, nada me falta.
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