Una Jornada de Fe

En 2021, la Iglesia Filipina celebró medio milenio, ¡500 años!, de cristiandad. De acuerdo con las estadísticas de 2015, la población de las Filipinas es más de 100 millones, de los cuales 80 por ciento son católicos. Las Filipinas, después de Brasil y México, tiene una de las poblaciones católicas más grandes del mundo.

La celebración del aniversario empezó el 21 de abril, 2021. El 14 de marzo 2021, el Papa Francisco celebró Misa en la Basílica de San Pedro en Roma para conmemorar este gran evento para la Iglesia Filipina y para los filipinos dispersos por todo el mundo.

El 31 de marzo de 1521, la primera Misa y plantación de la Cruz tuvo lugar en la ciudad de Cebú, mi lugar de nacimiento, hace 500 años. La semilla de la fe fue sembrada en nuestra tierra fértil, echó raíces, dio fruto, hasta el día de hoy. Los filipinos libre y gozosamente comparten la fe que abrazaron dondequiera que estén en el mundo.

Pero no podría decir que fue una siembra fácil. Como lo atestigua nuestra historia, hubo luchas. Nuestra fe ha sido probada hasta la médula y, sin embargo, por la gracia y el amor de Dios, que estuvo allí desde el principio, ese pacto fue sellado con el pueblo filipino.

Mirando hacia atrás, puedo ver que nosotros como nación tenemos muchas cosas que agradecer. La llegada de los misioneros y congregaciones religiosas moldeó y profundizó nuestra fe. Su espíritu pionero fue el faro de fe, y compartieron libremente la misión de Jesús mientras vivían la expresión heroica de esta fe y ministraron a todos en la sociedad. Introdujeron diferentes tipos de devociones: Las Flores de Mayo, el Santo Niño de Cebú (el ícono católico más antiguo de Filipinas), el Nazareno Negro, y la veneración a nuestra Virgen Madre, por nombrar algunas.

Construyeron iglesias y abrieron servicios dedicados en las áreas de educación y cuidado de la salud. Inspiraron una conciencia de responder a los problemas sociales mientras acompañaban a las gentes en sus momentos más oscuros de nuestra historia durante la Segunda Guerra Mundial y la restauración de la democracia. Sus expresiones vividas de fe y amor tuvieron una fuerte influencia en nuestra cultura, nuestra hospitalidad, y nos dio un espíritu resistente que nos anima a confiar en Aquel a quien creemos que nunca nos falta.

Otro importante aspecto del desarrollo de la Iglesia Filipina fue que los misioneros desarrollaron la iglesia local y el clero y fundaron congregaciones religiosas. Ahora, dondequiera que vas en cualquier continente puedes esperar encontrar misioneros filipinos difundiendo las buenas nuevas del Evangelio.

Como misionera, hermana Columbana, soy consciente del don de la fe que he recibido y estoy libremente compartiendo este don con otros – especialmente con la comunidad cristiana aquí en Pakistán, donde he estado ministrando recientemente. Al igual que los primeros misioneros, he experimentado la generosidad, hospitalidad, y amistad de mis compatriotas, dondequiera que esté en misión, puedo ver como comparten y mantienen su fe viva en la iglesia local dondequiera que estén.

Los filipinos somos un pueblo de fe y esperanza. Ponemos nuestra confianza en Dios que está siempre presente en nosotros y en todas las cosas incluso en las múltiples crisis que nuestro país continúa enfrentando. Y así, venimos a este tiempo de celebración a orar y a dar gracias por todas aquellas personas que nos han precedido, los misioneros, líderes laicos cristianos, y especialmente, nuestros abuelos, que transmitieron la fe de una generación a la siguiente.

Mientras nos enfrentamos al futuro, conscientes de la responsabilidad de transmitir la fe que se nos ha regalado hace 500 años, y recientemente de nuevo comisionada por el Papa Francisco, urgiéndonos a perseverar en el trabajo de la evangelización, me uno a mis hermanos y hermanas filipinos, ¡mientras damos gracias a Dios y pronunciamos el coro del tema musical de nuestros 500 años de cristiandad en Filipinas!

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