Me convertí en párroco en diciembre del año pasado, y no había sacerdote en residencia en los 16 años anteriores. Es una parroquia grande repartida por todo el campo. Tiene 43 comunidades. Esta parte del país se ha visto gravemente afectada por diez años de sequía. Así que, la vida para la mayoría de la gente aquí es muy difícil.
Este último marzo, nos estábamos preparando para celebrar nuestra primera Semana Santa en este lugar. Había una energía positiva ya que estábamos planeando la mejor manera de celebrar la Semana Santa. Pero repentinamente todo se detuvo por causa del COVID 19. Todas las reuniones públicas fueron prohibidas. Así que repentinamente, nos encontramos confinados en la casa parroquial sin poder celebrar misa o cualquier otro sacramento. Pero decidimos hacer de este tiempo difícil una oportunidad de encontrar nuevos medios de llegar a la gente. Pero primero, teníamos que aprender a desprendernos de las formas antiguas de estar en una parroquia que dábamos por sentado. Decidimos celebrar misa en Facebook, y resultó ser una gran idea. Arreglamos nuestro comedor en la casa parroquial y se convirtió en nuestra capilla. Durante la Semana Santa y después de cada celebración, fuimos por las casas, bendiciendo las familias y dándoles la comunión. Seguimos los reglamentos establecidos por las autoridades. Guardando la distancia, usando la máscara facial y usando el gel de alcohol en las manos. Las personas hicieron lo mismo.
Después de la Semana Santa continuamos celebrando misa en Facebook. Las gentes nos envían los nombres de sus parientes difuntos, y ofrecemos la Eucaristía por ellos. Añadimos una Eucaristía extra los jueves, y después de la misa, tenemos uno breves momentos de oración con el santísimo Sacramento. Estuvimos gratamente sorprendidos del número de personas que se unen a nosotros para la misa. Recibimos mensajes aun de personas de otras partes del condado.
Después de la Semana Santa decidimos visitar a la gente en sus hogares. Así que cada semana escogimos 2 o tres diferentes comunidades. Vamos alrededor de las casas y bendecimos las familias. No entramos en las casas, y desde una distancia apropiada, les saludamos, y después, les bendecimos. No saludamos de mano y no tenemos ningún contacto físico con ellos. Creemos que esto es lo mejor que podemos hacer en estos tiempos difíciles. Queremos hacerles saber que no están solos, que estamos juntos en esta pandemia.
Siempre que tenemos un funeral, por lo general se lleva a cabo en la casa del difunto. Tratamos de asegurarnos de que las personas respetan la distancia y que solamente los parientes cercanos asisten al funeral. Pero esto no siempre funciona.
Ahora hemos decidido planear y trabajar alrededor del calendario litúrgico. Hay muchas posibilidades de ser creativos y acercarnos a la gente. El día de Pentecostés, tendremos una liturgia nocturna, y después de eso, iremos por la ciudad, bendiciendo velas que las personas tendrán listas fuera de sus casas.
Sin duda, estos son tiempos difíciles, pero es también una posibilidad de ser creativos y encontrar nuevos medios de estar con la gente.
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