Linda, una vecina en Bellevue, Nebraska me había invitado a acompañarla al retiro de medio día Adviento y Navidad con María. Estábamos en el Centro Columbano un sábado en la mañana, solo dos de unos 50 participantes, anticipando la bienvenida y oración inicial del Padre Kyne. Aunque he trabajado con los Columbanos por tres años, era mi primera vez participando en esta larga tradición de retiros.
Inmediatamente me llamó la atención la diversidad de los participantes. Aunque en general eran mayores, evidenciado por cabellos grises (el mío incluido), noté una docena que estaban entre sus 20 - 40 años. Mi grupo era mitad hombres y mitad mujeres, y conocí personas de herencia Hispana, Filipina y Coreana.
Un Columbano me recordó que “la misión está en todas partes,” y hoy me tocaría verlo con mis propios ojos. Los Columbanos en Bellevue ofrecen más que retiros. Junto con la arquidiócesis celebran misas, dan clases del Rito de Iniciación de Adultos Cristianos, lideran grupos de encuentro matrimonial, visitan y escriben a los presos, y mucho más.
El conocimiento de los Columbanos sobre lenguajes y culturas de otros países, producto de misiones extranjeras, hace que aquellos de herencias de esos países se sientan bienvenidos y cómodos. De esta manera, la familia Columbana en este país y los participantes de nuestros retiros, son más diversos de lo pensado.
Pensé que participar en un retiro requeriría un gran compromiso de tiempo y un profundo conocimiento del catolicismo. Como miembro de una generación que cuida de sus padres e hijos a la vez, rara vez encuentro tiempo libre. De tenerlo, lo uso para descansar, no para ampliar mi conocimiento religioso. (¡Perdóname, Dios!)
Les cuento que mis prejuicios estaban mal. Comenzamos a las 9 am y terminamos después del almuerzo. Me pareció muy moderno y práctico que los Columbanos consideraran nuestros horarios ocupados ya que quizás más personas pueden participar en este tipo de retiro.
Desde el momento que Padre Kyne comenzó, la entonación de su voz y su sutil sentido del humor sacaron sonrisas y carcajadas cuando compartió que la Sociedad Misionera lo había “ascendido de golpe,” actualizándonos sobre el nombramiento del antiguo director de la región de EEUU, Padre Mulroy, como general superior. Me sorprendió mi reacción al reírme junto al grupo – me llenó de un sentimiento cálido y calmado.
Unidos en esta calma, Padre Kyne comenzó la oración inicial. Su voz era fuerte y poderosa pero accesible. Definitivamente tenía nuestra atención, estableciendo el tono perfecto para aprender y reflexionar sobre lo que iba a suceder. Me sorprendí de lo que aprendía, no solo de las excelentes presentaciones, pero de los ejercicios de reflexión. ¡Todo era tan relevante y aplicaba a mi vida!
Padre Chris, vice director de la región y asesor de ministerio hispano, presentó la historia del nacimiento y el Magníficat de María. Contemplamos las dificultades que María enfrentó y su conexión con nuestras vidas. Esta reflexión presentó como los Columbanos levantan a otros al participar en la misión. Los Columbanos demostraron cómo evolucionan con el mundo al ajustarse para ser más accesibles en su misión lo cual hará de los próximos 100 años unos más fuertes e inclusivos. Podemos ser misioneros solo reflexionando sobre el significado de estar al servicio de los más necesitados.
El Padre Columbano Comiskey habló del nacimiento desde la perspectiva de Lucas, notando las similitudes de nuestras vidas con los sentimientos de María. Evocamos futuras oraciones al recordar nuestra frustración ante graves obstáculos y sentimientos de gratitud al recibir ayuda.
Luego de las presentaciones, fuimos a la capilla para la misa. Si nunca has oído una de las homilías del Padre O’Rourke, basta decir que, ¡es una de las pocas veces que quieres que la misa dure un poco más! Adicional a la habilidad innata del Padre para incorporar historias relevantes e interesantes sobre la misión a su homilía, su sentido del humor y sonrisa ilumina la Iglesia entera. Mi deseo es que familiares y amigos alejados de la fe puedan experimentar esta misa para la era moderna”
Hablando de iluminación – este es un tiempo muy especial para la capilla de San Columbano. La inclinación de la Tierra posiciona los vitrales de la capilla de tal manera que rayos de luz coloridos iluminan el follaje, el pelo plateado y caras ansiosas de los congregantes y las vestiduras de los padres con un brillo radiante. ¡Es como si fuéramos ángeles! Quizás no esté aquí en 100 años, pero no cabe duda que los Columbanos si lo estarán. Con el apoyo de gente como nosotros, nuestra misión vivirá.
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