Recibí una carta al principio del Adviento del año pasado invitándome, junto con los jóvenes de la parroquia, a “una fiesta Navideña para conmemorar la Navidad”. Los fiyianos siempre están dispuestos a asistir a una fiesta, y yo también leí la invitación con deleite. Sin embargo, en un cuidadoso escrutinio, descubrí que esta no iba a ser una simple tarde de comida y bebida, ya que la letra pequeña describía el tema del día como un diálogo interreligioso.
Ahora bien, siempre había pensado que la Navidad es un tiempo para que los cristianos celebren el nacimiento de Jesús, así que me quedé preguntándome como esto podría ser combinado con un diálogo interreligioso. Sin embargo, como habíamos sido invitados, decidimos ir. Así que junto con los jóvenes de la parroquia, nos dirigimos hacia la catedral en Suva, donde se celebraría el evento. Una gran multitud ya se había reunido cuando llegamos. Reconocí muchos jóvenes de parroquias vecinas, pero también estaba viendo muchas caras por primera vez. El espectáculo comenzó, y a su vez, grupos de cada una de las parroquias subieron al escenario para interpretar su piezas preparadas. Hubo obras bíblicas con tema navideño, coros cantando villancicos, y nuestros seminaristas Columbanos fiyianos haciendo su parte explicando el verdadero significado de la Navidad. Hasta entonces, se me figuró que todo era una celebración normal y artística de Navidad.
Luego, sin previo aviso, el maestro de ceremonias anunció que un grupo hindú tomaría su turno en el escenario. Hubo un poco de conmoción en la reunión cuando el grupo se dirigió al escenario, pero luego la gente se calmó a medida que crecía la expectativa de que el grupo simplemente nos felicitaría por el nacimiento de Jesús con los saludos navideños usuales.
Todavía nos estábamos preguntando cómo este joven grupo de hindúes honrarían nuestra Navidad, cuando empezaron cantando Noche de Paz. La reunión jadeó sorprendida, antes de unirse. A continuación, el grupo interpretó una danza estilo hindú, sus movimientos coreografiados al ritmo de un viejo villancico. Aun cuando nuestras religiones son bastante diferentes, hubo un momento en que pudimos sentir que nos habíamos convertido en uno.
Aunque inicialmente estaba algo perplejo, recordé que en mi país natal predominantemente budista, Corea del Sur, es muy común que las parroquias católicas exhiban grandes pancartas el primer día de abril del Año Lunar reconociendo el cumpleaños de Buda que, como la Navidad para los cristianos, es una fiesta importante en el budismo.
De la misma manera, algunos templos budistas muestran pancartas anunciando sus felicitaciones a los cristianos en el nacimiento del Niño Jesús en Navidad. En Corea del Sur, es costumbre honrar las ocasiones festivas de los demás y, en la catedral de Suva, estaba experimentando lo mismo en Fiji. Las personas de diferentes tradiciones religiosas compartiendo comida y celebrando entre sí en Navidad tiene un significado especial para mí.
Entre las muchas razones inventadas en la justificación de la guerra, una es la diferencia de creencias religiosas. Fiji tiene una población total de 900,000 personas, aproximadamente alrededor del 65% son cristianos y el 30% hindúes. Esto equivale aproximadamente a su división étnica ya que la mayoría de los fiyianos indígenas son cristianos y los descendientes de trabajadores “blackbirded” (esclavos) hindúes contratados por empresas coloniales durante el siglo 19 son hindúes.
Tanto las tensiones religiosas como étnicas han llevado a la violencia, discriminación, y agitación política en el pasado. Sin embargo, creo que si aceptáramos nuestras diferencias y buscáramos la paz, como lo hicimos durante nuestra fiesta Navideña en ese día en Suva, nos daríamos cuenta de que la verdadera razón por la que Jesús vino entre nosotros fue para traer paz a la tierra. Rezo por aquellos que, sin culpa propia, están muriendo en diferentes partes del mundo simplemente por causas de sus creencias religiosas.
La fiesta de Navidad del diálogo interreligioso de los jóvenes fue una fuerte señal de que somos capaces de generar confianza entre las diferentes agrupaciones que pueden producir un futuro más armonioso. Sin embargo, se necesita imaginación, compromiso y esfuerzo.
* Blackbirding implica la coerción de personas a través del engaño o secuestro para trabajar como esclavos, sirvientes contratados o trabajadores mal pagados en países distantes de su tierra natal. El término se ha aplicado más comúnmente a la toma a gran escala de personas indígenas de las numerosas islas en el Océano Pacífico durante los siglos 19 y 20.
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