Dos muchachos de la granja en el área sur de las Filipinas se arrodillaron frente al Obispo Honesto Ongioco en la capilla luminosa y espaciosa de la Casa de Estudiantes Columbanos en Manila para ser ordenados diáconos el 27 de junio de 2021.
Después de nueve años de estudio, oración y guía, Jerry Lohera y Elbert Balbastro dieron su primer gran paso hacia el sacerdocio y en la vida de un sueño que había germinado en los caminos muy diferentes que sus vidas habían tomado desde que dejaron la escuela.
Los dos, Jerry y Elbert, describen las circunstancias de su educación como pobres, pero atenuados por la atmósfera amorosa de una familia en donde aprendieron los valores de servicio a los demás. Jerry recuerda que cuando estaba en segundo grado, les dijo a sus compañeros que iba a ser sacerdote cuando creciera. “No entendía lo que significaba en ese tiempo”, dijo, “pero todos ellos lo recuerdan y con frecuencia hablan acerca de ello”. Bendecido con la oportunidad de estudiar después de la escuela secundaria, Jerry se dedicó a vender y proveer de equipo médico a los hospitales y clínicas; pero la pequeña inquietud que tenía desde su niñez nunca se apartó de su mente.
Elbert siguió un camino diferente forjando una carrera en ciencias de la computación. El admite fácilmente que su sueño era hacerse rico, y dio el paso que algunos millones de jóvenes de su país han tomado buscando un futuro mejor en tierras extranjeras.
Fue a Seúl, Corea del Sur, ejerciendo la considerable habilidad informática que había acumulado en casa con un propósito de poco interés para él, aparte de su salario. Sin embargo, la vida iba a cambiar. Viviendo solo en una tierra extraña le envió a buscar un sabor de hogar. Hay varios centros patrocinados por la Iglesia para los trabajadores migrantes en Seúl que proveen un lugar de esparcimiento donde pueden hablar su propio idioma con su propia gente y recibir asesoramiento sobre los varios problemas que encuentran.
Se topó con uno de estos centros en su búsqueda de compañía y se sorprendió al ver sacerdotes y Hermanas dando su tiempo y energía para servir a los trabajadores que venían en busca de consuelo. Su actitud era muy diferente a la propia. Tiene un recuerdo muy vivo en su memoria de darse cuenta de que no lo hacían por dinero, sino simplemente por compasión por las personas que necesitaban sus servicios.
Fue en estos alrededores donde conoció a los Columbanos por primera vez, y fue sembrada la semilla de una vocación religiosa. Su testimonio empezó a disipar su propio sueño de riqueza y la comprensión de que otras cosas aparte del dinero podrían traer autorrealización sembró la semilla de un deseo de usar su propio talento en servicio de los demás. La semilla empezó a germinar dentro de su imaginación.
Pero las semillas toman tiempo en asomar sus brotes por encima de la tierra y las riquezas aún atraen. Regresó a casa y pudo lograr acciones parciales en una compañía Americana. Estaba en camino, pero la experiencia de Corea siguió molestando, y en 2012 abandonó el negocio y sucumbió a otra llamada, uniéndose al programa de Formación Columbana.
Mientras tanto, Jerry estaba prosperando en su trabajo, aunque en una plataforma más modesta, pero el también estaba empezando a soñar en usar su talento de una manera diferente en su pequeña broma de ser sacerdote de tantos años atrás que volvió de una manera más seria. Sabía que la parroquia en donde había crecido había estado atendida por sacerdotes Columbanos en el pasado, ya que sus padres hablaban de ellos ocasionalmente, así que a medida que su búsqueda se hizo más seria, llevó sus investigaciones en su dirección.
Los años pasados como estudiantes en Manila vieron las semillas sembradas en el pasado nutridas, luego germinaron floreciendo, permitiendo que creciera una amistad entre los dos. En 2017, se fueron juntos a Pakistán y fueron dos de los años más desafiantes en su formación, saboreando la vida en un país extranjero.
Los estudios de la lengua Urdu, los alrededores secos y polvorientos tan diferente de las exuberantes tierras de su niñez o el ajetreo y brillo de Seúl o Manila requirieron un gran ajuste y aprendizaje paciente.
Diferentes costumbres de hospitalidad, formas de ir a la iglesia, celebración de matrimonio y duelo ante la muerte proporcionaron mucho para absorber, apreciar y llegar a disfrutar. Fue un tiempo de persistencia, pero con cada día trayendo un poco de avance, sus sentimientos de pertenencia se fortaleció.
Los dos ahora se están preparando para su ordenación sacerdotal con la esperanza de que la pandemia del COVID 19 les permita recibir el sacramento en su parroquias de origen. Jerry espera celebrar con sus padres, junto a sus cinco hermanas y un hermano, así como con sus compañeros del segundo grado. Elbert ora para que su familia pueda estar con él y que pueda aprovechar la oportunidad para agradecer a la comunidad que lo ha apoyado tan fielmente en su largo viaje.
Comentarios