Violencia e Inspiración en Brasil

“Se llevaron a tres más la otra noche", dijo el P. Colin mientras leía el periódico local durante el desayuno. "Han puesto a dos en libertad, pero no se sabe lo que ha pasado con el tercero. Pobre chico probablemente ya lo mataron". Así  comentó sin una pizca de sorpresa, y es que en los dieciséis años que ha sido párroco en "Fazenda Coutos", él ha leído, oído hablar y visto pasar lo mismo junto con la mayoría de sus feligreses. La verdad es que la pobreza, el crimen y la violencia son endémicas en este vasto tugurio en las afueras de Salvador, la tercera ciudad más grande de Brasil.

La actual ola de asesinatos ha atrapado a la población mayormente negra en una guerra entre bandas de narcotraficantes y policía. Durante años, las pandillas dominaban en gran parte de la zona. Entonces, como parte de una "campaña de limpieza" antes de la Copa Mundial de 2014, la policía militar fue enviada y se instaló al lado del mercado. "El problema es que" dijo el P. Colin: "Yo no sé si la policía es la solución, o simplemente otra parte del problema."

Explica que, cuando se produce un tiroteo, la policía a menudo no sabe quiénes son los responsables. La gente está demasiado asustada para hablar. "Por lo tanto, la policía se lleva a un montón de sospechosos. A algunos los dejan ir. A otros los golpean y otros simplemente desaparecen. Por lo general, re-aparecen tarde o temprano muertos".

Muchos miembros de la parroquia del Padre Colin tienen muchas historias tristes que contar. Como la Señora Valdelice, un ministro de la Eucaristía; ella ha perdido dos hijos en la guerra de las drogas. Un Viernes Santo, ella se ofreció a tomar la parte de Nuestra Señora en la representación de la Pasión. "Cuando ella tomó a Jesús en sus brazos," Recuerda el Padre Colin "era como la Piedad sosteniendo a sus hijos asesinados".

Otra, la señora Luci Vera no pudo encontrar a su hijo por varios días hasta que finalmente se descubrió su cadáver en el basurero local.

Incluso el mismo padre Colin ha estado cerca de ser asesinado. Un día oyó una conmoción al lado de su casa, salió corriendo y encontró a su vecino muerto a tiros. Después vio a cinco hombres armados. "Era de suponer, que habían venido a liquidar a todos los testigos, así que tuve que salir corriendo otra vez de regreso a mi casa”, añadió el Padre.

Así que, ¿por qué se queda? "Lo creas o no", explicó, "hay un montón de cosas buenas sucediendo aquí." Las cosas buenas que él mismo a menudo ha puesto una mano para que sucedan.

Existe una vibrante cultura afrobrasileña en Salvador, que el P. Colin y sus compañeros de trabajo tratan de aprovechar. La danza y el canto vienen naturalmente a este pueblo exuberante, proporcionando un contrapeso a la violencia del lugar. Así, el P. Colin alienta presentaciones de bailes entre la gente joven como la capoeira. La caporeira es un cruce entre un baile muy intenso y las artes marciales (supuestamente este baile fue perfeccionado entre los esclavos como una forma de defensa contra amos crueles).

Él ha creado un grupo de teatro que se especializa en historias de la esclavitud y la liberación. El grupo ha actuado ampliamente en Brasil y en el extranjero.

Un día seguí al  P. Colin  en su visita  alrededor de su parroquia. Visitamos una fiesta de recaudación de fondos, a cargo de dos de sus catequistas más inspiradores - Marcelo, un bailarín-cantante que toca la guitarra y además es Diácono Permanente y su esposa Lennie, que parece una copia de la cantante Whitney Houston. Más tarde, por la noche, paseamos hasta el muelle para tomar un refresco con las tripulaciones de algunos de los barcos de pesca locales. "Tengo por cierto que esto es lo que hacía Jesús ", dijo sonriendo el P. Colin, "Al final de una dura jornada bebía su equivalente de una cerveza fría junto a sus discípulos a las orillas del lago de Galilea.” Cuando uno se pone a pensar, Fazenda Coutos y el Lago de Galilea quizás no eran tan diferentes después de todo.

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