Oh glorioso San Cayetano,
pasaste largar horas ayudando a los enfermos y trabajaste hasta el agotamiento
ayudando a las víctimas de las plagas que eran muy frecuentes en tu tiempo.
Cuidaste de los enfermos no solamente para curarlos,
sino para guiarlos a una muerte feliz.
Deseabas sus almas, no sus cuerpos.
Ayúdanos a entender que necesitamos prepararnos para una muerte feliz.
Que veamos también que la enfermedad más terrible es lo pecaminoso,
y siempre tenemos que examinarnos por los pecados que cometemos diariamente.
Inspíranos a tener corazones arrepentidos
que siempre estemos preparados a encontrarnos con el Señor.
Amén.
pasaste largar horas ayudando a los enfermos y trabajaste hasta el agotamiento
ayudando a las víctimas de las plagas que eran muy frecuentes en tu tiempo.
Cuidaste de los enfermos no solamente para curarlos,
sino para guiarlos a una muerte feliz.
Deseabas sus almas, no sus cuerpos.
Ayúdanos a entender que necesitamos prepararnos para una muerte feliz.
Que veamos también que la enfermedad más terrible es lo pecaminoso,
y siempre tenemos que examinarnos por los pecados que cometemos diariamente.
Inspíranos a tener corazones arrepentidos
que siempre estemos preparados a encontrarnos con el Señor.
Amén.
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