O Virgen amable,
María, Madre de Dios,
consoladora más amoroso de los que sufren,
encomienda a Tu Hijo las almas de los difuntos
para que, por tu intervención maternal,
puedan llegar jubilosamente a tu compañía
en su hogar permanente en el cielo.
Amen.
María, Madre de Dios,
consoladora más amoroso de los que sufren,
encomienda a Tu Hijo las almas de los difuntos
para que, por tu intervención maternal,
puedan llegar jubilosamente a tu compañía
en su hogar permanente en el cielo.
Amen.
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