Oh, San Policarpo, el protector de nuestros corazones,
Acércate apresuradamente a nosotros,
libera el precioso miembro de tu cuerpo
de las manos de los injustos,
sin ley, malvados e impíos,
y mora de nuevo entre nosotros
que te amamos con todo nuestro corazón.
Tú, delante de Dios, nuestro Padre
y nosotros somos tus hijos.
Contemplamos tu morada vacía,
pero adornada con tu amor
y lavada con nuestras lágrimas.
Ven, nuestro consuelo,
Nuestro entrenador y nuestro benefactor.
Amén.
Acércate apresuradamente a nosotros,
libera el precioso miembro de tu cuerpo
de las manos de los injustos,
sin ley, malvados e impíos,
y mora de nuevo entre nosotros
que te amamos con todo nuestro corazón.
Tú, delante de Dios, nuestro Padre
y nosotros somos tus hijos.
Contemplamos tu morada vacía,
pero adornada con tu amor
y lavada con nuestras lágrimas.
Ven, nuestro consuelo,
Nuestro entrenador y nuestro benefactor.
Amén.
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