Oh Señor, humildemente te encomendamos a nuestros hermanos y hermanas.
En esta vida los abrazaste con Tu tierno amor;
líbralos ahora de todo mal y dales el eterno descanso.
Dales la bienvenida en el paraíso, donde no habrá tristeza,
ni llanto, ni dolor, sino plenitud de paz y alegría
con Tu Hijo y el Espíritu Santo por los siglos de los siglos.
Amén.
En esta vida los abrazaste con Tu tierno amor;
líbralos ahora de todo mal y dales el eterno descanso.
Dales la bienvenida en el paraíso, donde no habrá tristeza,
ni llanto, ni dolor, sino plenitud de paz y alegría
con Tu Hijo y el Espíritu Santo por los siglos de los siglos.
Amén.
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