Dios, vivo las palabras habladas en el libro de Job:
“Me invadió un fuerte escalofrío,
que hizo temblar todos mis huesos”. (Job 4,14)
No me puedo mover,
paralizado entre las preocupaciones del pasado
y las ansiedades sobre el futuro.
Continuamente grito, “¿Cómo llegué aquí?”
“¿Qué será de mí?”
Trae tranquilidad a mis huesos.
Desátame de las cargas de ayer,
disipa mis miedos de un mañana aún no establecida
.
Bendíceme con la paz de Tu salmista:
“Porque Tú has sido mi ayuda,
y a la sombra de tus alas grito alegremente.
Tu mano derecha me sostiene”. (Salmo 63, 7-8)
Amén.
Por un Misionero Columbano
“Me invadió un fuerte escalofrío,
que hizo temblar todos mis huesos”. (Job 4,14)
No me puedo mover,
paralizado entre las preocupaciones del pasado
y las ansiedades sobre el futuro.
Continuamente grito, “¿Cómo llegué aquí?”
“¿Qué será de mí?”
Trae tranquilidad a mis huesos.
Desátame de las cargas de ayer,
disipa mis miedos de un mañana aún no establecida
.
Bendíceme con la paz de Tu salmista:
“Porque Tú has sido mi ayuda,
y a la sombra de tus alas grito alegremente.
Tu mano derecha me sostiene”. (Salmo 63, 7-8)
Amén.
Por un Misionero Columbano
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